El Sendero de Jesús (Jesus Trail) es un camino de 65 kilómetros que va desde la ciudad de Nazaret (en Galilea, en el Norte de Israel) hasta Cafarnaúm, en la orilla del Mar de Galilea, pasando por los sitios en los que ocurrieron los eventos más significativos de la vida del Jesús bíblico. Mis hijos y yo lo hicimos en ocho días, pero si van solo adultos se puede andar en la mitad del tiempo. Aunque la verdad es que, si decidiera volver a recorrer el camino sola o con amigos, lo haría de la misma forma: el ritmo pausado fue perfecto, pues nos dio tiempo para disfrutar del sendero y también de los lugares a los que llegábamos y de la gente que conocíamos. Comenzamos a caminar el último día de febrero de 2020 y el clima nos encantó. Envíame un comentario si tienes preguntas.
El primer paso para concretar esta aventura es conseguir la guía “Walking the Jesus Trail” (por ahora solo en inglés). Pueden organizar todo ustedes (es muy fácil viajar en Israel de manera independiente), o -como hicimos nosotros- contratar una agencia de viajes que se ocupe del alojamiento, las comidas (desayuno y cena) y de llevarles el equipaje de un lugar a otro, así ustedes solo cargan en la mochila lo necesario para el día. Aclaro que no recibo ninguna compensación por esta recomendación, pero nosotros trabajamos con Abraham Tours y nos encantó el servicio que recibimos, ¡gracias! Aquí pueden ver los paquetes que ofrecen (los precios van desde 315 a 1,100 dólares por persona). También te sugiero sumarte al grupo de Facebook Jesus Trail Hikers.
Nuestro tour fue autoguiado (queríamos estar solos en familia durante esta aventura ¡y fue la mejor elección!), pero se ofrecen servicio con guía (inglés y castellano), por un costo adicional. Al contratar los servicios de una agencia de viajes, tuvimos asegurado un lugar para dormir, cenar y desayunar. Además, tuvimos el apoyo de la gente de la agencia, que nos acompañó virtualmente cuando fue necesario para responder preguntas y dudas. La mayoría recorre el sendero a pie, pero se puede ir en bici, a caballo… ¡o corriendo! Nosotros anduvimos un promedio de cinco, seis horas diarias, y paramos mucho para explorar los lugares, sacarnos fotos… y descansar.
El sendero comienza en la ciudad de Nazaret (en la Baja Galilea), que es donde -según la Biblia- Jesús transcurrió la mayor parte de su vida. La Galilea bíblica, sin embargo, incluía parte de lo que hoy es el Líbano. El 52 por ciento de Galilea está compuesta por árabes de ciudadanía israelí (que, en su mayoría, no se sienten para nada israelíes, tema de otro artículo) y, si bien la mayoría de ellos son musulmanes, también hay una gran minoría cristiana (ortodoxos y católicos), y también minorías drusa y circasiana. O sea, hay una gran mezcla de identidades étnicas, culturales y religiosas que hacen de Galilea un lugar bien interesante. Les sugiero conversar con gente de todos estos grupos, para que se puedan hacerse una idea del complejo entramado de este país.
Nazaret es una ciudad preciosa y bien vale la inversión tomarse un día o dos para explorarla con calma (¿se nota que somos slow travelers?). Nosotros nos alojamos en el multipremiado y centenario hostel Fauzi Azar Inn, que está lleno de rincones preciosos para relajarse y sacarse fotitos (nos encantaron el desayuno y el tour gratuito por la Ciudad Vieja que ofrecen todos los días).
La Ciudad Vieja de Nazaret es para recorrer sin prisa, parando en los puestos del mercado, o deteniéndose para oler las flores de los jardines y tomar té en los muchos cafecitos. Un amigo me había dicho que “Nazaret parece siempre estar a medio construir… pero ese es justamente lo que le da su encanto único”. Así es. Te advierto que, inevitablemente, vas a perderte en las callecitas imposibles. Disfrútalo. La gente es muy amable y va a estar feliz de poder ayudarte a encontrar tu camino. Una vez, en mi primer viaje a Israel en 2017, me «perdí» y di con un jardín en el que había unas rosas preciosas. Salió la duena de casa, me invitó a tomar el té y me regaló una de sus rosas fotogénicas. Aquí, mi hijo «perdido» en la parte alta de la ciudad.
Entre las cosas para hacer en Nazaret, les sugiero una visita a la Basílica de la Anunciación, erigida sobre la gruta en la que, según el relato bíblico, el Arcángel Gabriel le habría anunciado a María la concepción de Jesús y de Juan el Bautista.
Para quienes son católicos, les recomiendo la visita al Centro Internacional Marie de Nazareth (no tienen website, pero es muy fácil de encontrar, está al lado de la Iglesia de la que te hablé anteriormente), donde hay un espectáculo con muy buenos efectos especiales que pasea al visitante por la vida del Jesús bíbilico y los eventos relatados en el Nuevo Testamento. Además, si suben a la terraza se encontrarán con la mejor vista de la ciudad vieja de Nazaret.
Los dulces de Nazaret son los mejores del país. Pasen por Mahroum, en el centro de la ciudad, una de las dulcerías más antiguas, para degustar varios tipos de dulces tradicionales (foto 1), y haganle una visita a Dewan al Saraya Abu Ashraf, en la parte vieja, para no solo comer bien rico, sino para degustar unos katayef (foto 2), unos dulces rellenos de queso, fritos y bien mojados en almíbar, ¡qué delicia! Una de nuestras experiencias favoritas del Sendero de Jesús.
Día 1 del Sendero de Jesús. De Nazaret a Zippori
El camino comienza en la Basílica de la Anunciación y atraviesa la Ciudad Vieja, desde donde subimos una escalera con un millón de escalones (bueno, un millón no, solo 406), para salir de la ciudad. A partir de allí, nuestros ojos iban a estar atentos a las marcas naranjas y blancas que señalan el Sendero de Jesús/Jesus Trail (segunda imagen). El sendero está super bien señalizado y la mayoría del tiempo puedes, desde una marca, divisar la siguiente.
Ese día anduvimos unas cinco horas, tranquilos, parando mucho para comer todos los snacks israelíes que nos compramos para el camino (ganadora absoluta la halva, un dulce hecho de pasta de sésamo y de otras nueces; como somos argentinos lo combinamos con un muy buen dulce de leche que conseguimos en Nazaret, ¡el paraíso en la tierra!).
Atravesamos colinas y campos floridos (la mejor época para andar el Sendero de Jesús es, sin dudas, la primavera), nos cruzamos con pastores y sus rebaños de cabras, fincas, y también tuvimos que cruzar unas rutas con mucho tráfico.
Lamentablemente, nos topamos con mucha basura a la salida de algunas poblaciones, una constante durante los dos primeros días, pero fue una parte ínfima de la experiencia y un detalle que ya hemos olvidado.
A la noche llegamos al Moshav Zippori (un moshav es una villa agricultural), donde nos alojamos. Llegamos un poco antes de la caída del sol y, cuando se hizo la noche, nos invitaron a ir a la sinagoga local, a participar del servicio del Shabat (que transcurre desde la puesta del sol del viernes hasta la puesta del sol del sábado). La gente fue super amable y varios nos invitaron a visitar sus granjas al día siguiente (no pudimos aceptar, ¡teníamos que seguir andando!). Compartimos la cena tradicional del Shabat con una familia amorosísima (Keren, Eran y sus cuatro hijos), quienes vivieron en México y hablan español. Nos fuimos a dormir muy cansados, con la cara llena de sol y super agradecidos por la hospitalidad y por la deliciosa cena, incluído un pan casero jala (foto), hecho por sus vecinas.
Día 2. De Zippori a Cana
Nuestra primera parada fue la Iglesia de Santa Ana, presunto lugar de nacimiento de la madre de la Virgen María, donde nos recibieron los sacerdotes chilenos Cristóbal y Jason, quienes cultivan un precioso jardín. Nos contaron que la iglesia tiene solo un feligrés: Daniel, un argentino que cría caballos.
Luego entramos al Parque Nacional Zippori, que alberga los restos de una ciudad cuyo primer rastro data del siglo VII a.C.
Hicimos un picnic debajo de estos almendros en flor que me dejaron e-na-mo-ra-dí-si-ma.
Tiene una historia super rica, pero básicamente hay ruinas romanas y excavaciones de distintos períodos. Es aquí donde se compiló la Mishnah, la codificación de las tradiciones orales judías (siglo II).
La siguiente parada fue Mashhad, un pueblo de mayoría musulmana (foto de su cementerio y del minarete de su mezquita).
Al fin llegamos a Caná, el lugar donde, cuenta la Biblia, Jesús realizó su primer milagro a pedido de su madre (siempre me llamó la atención la obediencia de Jesús a su madre, ¡bien!): la transformación de agua en vino durante una boda.
Ver el Día 3 y 4 del Sendero de Jesús en el siguiente artículo, que llega hasta el final del camino.
Este artículo fue publicado originalmente en Matador Network.